Imagen del texto vivo: a 10 años de la publicación de "Eroica"
En Noviembre de 1988, a escasos cinco años de la vuelta a la Democracia, se edita Eroica (Ed. Último Reino/ Libros de Tierra Firme), el quinto libro de poemas de la poeta santafecina Diana Bellessi (1946). Libro que, sin duda alguna, creó toda una movilización dentro de la producción poética (y crítica) argentina de aquellos años.
Concebido como épica lésbico-feminista, Eroica, supo dar voz a la voces borradas, elididas, suprimidas, (auto)censuradas, olvidadas, aludidas.
Creó un punto de partida desde el cual comenzar una re-visión amorosa de las historias personales y de las historias oficiales.
Consciente de ser la primera pero no la única "Soy la primera que/ penetra aquí/ y aquí entró/ la especie entera/ ¿Qué hay detrás?" (págs. 9-10), Diana Bellessi le da cuerpo poético a un cuerpo avasallado por el avatar histórico: las mujeres, el pueblo, sus memorias, sus olvidos.
Los poemas nos proponen un gran desafío: "(...)mirar/ El balbuceo/ el alfabeto// el idioma trozado/ en digresión genial/ Cruzado/ por su precisa significación// su pérdida/ de significado/ puntual/ pujando/ a la intemperie/ de la historia/ Mirar". (págs. 17-18)
Resuenan en Eroica la sinuosa movilidad de la murga y las pulsaciones del deseo por los cuerpos semejantes en sus infinitas diferencias: "(...)Sobre la testa/ penachos de cortadera/ alas/ de la inmensa máscara/ el cuerpo entero/ una máscara/ menear preciso/ seguido apenas por la larga capa/ leopardo rozando el polvo/ de sudor rociado/ Vírgenes intocables/ travestis sobre el altar/ la calle/ Y sólo atrás/ las muchachas/ morenas de ceñidas piernas/ pies caderas hombros tetas/ derramar del brillo/ en millones de lentejuelas/ satén tafeta/ la espalda tensa/ el arco antiguo/ carcaj cargado/ fantasma/ desnudas caras/ altivas y violentas/ cierra el cortejo/ Abren el cortejo/ al Pueblo entero/ devorado/ por el terror del golpe/ el bombo/ que invade el hueso/sagrado" (pág. 28).
Eroica parece funcionar, a mi entender, como una especie de gozne dentro de la obra de la autora, articulando así dos momentos poéticos. Desde Eroica se puede mirar hacia atrás y hacia adelante viendo claramente cómo el pensamiento bellessiano se va preparando para una poética más contemplativa (la de El jardín, 1992), o la de su inédito La Edad Dorada), que ya tienen sus primeros rastros en Tributo del mudo, y cómo la segunda parte de dicho libro prefigura algunos de los poemas de Eroica.
Desde el comienzo del libro la autora nos propone un desafío, el acceso a la imagen, pero ¿a qué imagen se está refiriendo? De a poco podemos ver cómo se pasa de una visión casi microscópica del cuerpo, a una fundación textual y cósmica del cuerpo de mujer que canta y cuenta aquello que Memoria le prodiga.
Este acceso está planteado como una escena de caza; puesta en escena salvaje donde se representa la lucha entre la que domestica aludiendo y la "presa" aludida. "Gesto de mutua apropiación" entre la recién llegada y la imagen esquivamente inmóvil: "Aquí/ El arcaico felino/ salta// Su sombra inmóvil/ que nunca posa sobre la presa". (pág. 8)
Podemos así ser testigos de la creación textual de un nuevo cuerpo de mujer; por primera vez un cuerpo entrevisto de esta forma.
Pero el imperativo es el que nos invita, desde el verso inicial del libro que dice: "Entrar". Entrar a esa zona de riesgo que es la imagen como medio de alusión. En Eroica, lo que antes era aludido o apenas entrevisto en la poesía escrita por mujeres, aquí se vuelve carne; pensemos en Delmira Agustini o en otras poetas crecidas bajo el influjo del modernismo, utilizando sus símbolos hasta el cansancio. Símbolos que por otro lado fueron forjados por poetas hombres para poder hablar de ese "prodigio y misterio" que era la mujer para ellos.
Eroica re-crea las retóricas simbolista, romántica, y aún aquella del cantar trovadoresco, re-generando imágenes, desarticulando las formas poéticas, entrecruzando diferentes discursos, apelando a la fantasía de la construcción de una nueva sujeta autora, que inaugura camino.
Esa fantasía cristalizó en los poemas de este libro, y desde hace diez años hemos podido ver cómo muchas poetas argentinas han ido dibujando un nuevo mapa del decir poético y aún crítico. Años de re-visión y de creación constante que nos ha permitido dejar de ser las hijas de la Muda.
Gabriela De Cicco
Publicado en la revista Los Lanzallamas, noviembre 1998, Rosario, Argentina
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