Repostería no tradicional
Militancias Cruzadas. Tucumán
Suplemento Soy del Pàgina/12 - Viernes, 29 de abril de 2011
Once jóvenes lesbianas de entre 22 y 30 años —una abogada reciente y estudiantes universitarias de Medicina, Comunicación, Letras, Francés y Artes, trabajadoras varias de ellas— se organizaron y bajo el nombre Cruzadas; sin artículo determinante y distanciándose de cualquier connotación de guerra religiosa, le hacen frente a la invisibilidad.
Por valeria flores
¿Cómo y cuándo decidieron organizarse como grupo de lesbianas?
—Cruzadas surgió de la necesidad de un grupo de amigas de juntarse a charlar sobre su situación como lesbianas. A partir de ahí, se puso en circulación un correo electrónico que invitaba a que las “tortas nos uniéramos por un mundo más dulce”. Esto fue en junio de 2009. Las reuniones empezaron a concretarse a partir de julio y desde entonces hasta ahora no hemos dejado de reunirnos.
¿Qué tipo de acciones políticas impulsan?
—Nosotras hemos tomado la visibilización del ser lesbiana como una acción política en nuestro contexto. Para eso, apostamos a la acción colectiva y organizamos Festivales de Diversidad Sexual, ciclos de cine temáticos, talleres de lesbofobia entre y hacia lesbianas con la colaboración de Desalambrando Bs. As.; sostenemos nuestra participación en una feria de publicaciones independientes en un bar de San Miguel de Tucumán, y proponemos mateadas en plazas y parques como espacios de encuentro y contención para quienes quieran acercarse.
¿Cuál es el impacto y la recepción de esas acciones en la sociedad en que viven, y en el movimiento feminista y lgtb de su región?
—En nuestra experiencia, las actividades que convocan desde lo festivo o el entretenimiento (como los festivales o ciclos de cine) tuvieron mucha aceptación y asistencia masiva en nuestra comunidad. Por otra parte, cuando convocamos a actividades que tratan temáticas específicas de lesbianas (como los talleres) o que invitan a una participación más personal (como las mateadas) encontramos un poco más de resistencia y apatía. En lo que respecta a los movimientos feministas de por acá, logramos articular algunas acciones con Las Liliths (feministas independientes). Con otras organizaciones lgtbi, en su momento, durante la lucha por la ley de matrimonio igualitario, trabajamos conjuntamente en la organización de marchas, mesas, paneles, conferencias y el acceso a medios de comunicación, para lograr instalar el tema en la agenda de debate público.
¿Cuál fue el acto de lesbofobia más significativo que experimentaron como grupo?
—Como grupo no fuimos atacadas específicamente, salvo algunos comentarios que recibimos por Facebook. Sin embargo, en nuestra provincia, a principios de 2010, un grupo conocido como La Barbarie comenzó a hacer pintadas y a pegar afiches en espacios muy visibles, en los cuales se mostraban abiertamente homófobos y lesbófobos. A partir de estos ataques, nos juntamos con otra gente que se sintió agredida y decidimos organizar el I Festival por la Diversidad en marzo de 2010.
¿Qué desafíos presenta para ustedes el escenario político posmatrimonio igualitario?
—El tema del matrimonio nos tomó por asalto, seguimos la corriente y nos posicionamos a favor, aunque sin demasiada reflexión. Todavía no logramos articular un debate crítico para racionalizar nuestra posición como grupo frente al matrimonio como institución.
En realidad, el hecho del matrimonio no nos ha marcado un antes y un después como grupo. Tratamos de mantener una agenda de intereses que respondan a los de la comunidad en la que nos manejamos, y quizás hay otras cuestiones como la contención y la visibilización que resultan más urgentes en Tucumán, una provincia tradicionalista desde la epidermis hasta la médula.
Natalia Gaitán ¿cómo las interpeló su asesinato?
—Cuando nos cayó la ficha de lo que este asesinato significa, entender que por lesbiana fue asesinada y no por otra cosa, nos conmocionó como grupo, y en lo personal a algunas les pegó más fuerte que a otras. Fue un baldazo de realidad dentro de la “burbuja” de libertad en que nos movemos con nuestro grupo y en el ambiente más cercano que nos rodea. Sabemos que no es la única, que seguramente hubo muchas Natalias más que no fueron mediatizadas desde entonces, pero nos resulta significativo que se haya hecho de ella un emblema para mostrar este tipo de crímenes como actos lesbofóbicos, para nombrar la lesbofobia y para recordar que aún existe. Entendemos que es importante no olvidar este suceso, de ahí salió la campaña “Yo soy Natalia Gaitán, fusilada por lesbiana 07032010”, un conjunto de calcomanías que repartimos en el Encuentro Nacional de Mujeres de Paraná. Pensamos esa consigna como una forma de decir que Natalia podría haber sido cualquiera de nosotras, y también con la intención de interpelar durante el ENM a todxs lxs que no le dieron al caso la importancia que merece. Además, decidimos no firmar las calcos porque sentimos que el feminismo y las organizaciones lgtbi, a partir del debate por la ley de matrimonio, cayeron en un “vedettismo” por mostrar qué hacía cada una para estar en el lugar donde estaba.
¿Qué trazos distintivos le imprimen a la identidad “lesbiana”?
—Por lesbianas nos sentimos discriminadas, desinformadas, invisibilizadas, no interpeladas desde lo político. Sentimos que es una identidad estigmatizada, homogeneizada y, a la vez, fragmentada por eso. Nosotras politizamos esa identidad lesbiana y nos paramos para mostrar nuestra diversidad, para informarnos, visibilizarnos, para pararnos frente a esos trazos con que nos designan desde afuera y nombrarnos y mostrarnos a nosotras mismas como queremos ser.
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