Tropismos de la
disidencia
Editorial: Palinodia (Chile)
Colección Archivo Feminista
1ª edición septiembre 2017
Preludio
Este conjunto de textos agrupados por pulsión deseante y antojo
político como tropismos de la disidencia descubren los micromovimientos, las
pequeñas fugas, los giros imperceptibles de un pensamiento situado, hecho carne
en mis posicionamientos y devenires como una escritora maestra tortillera
activista masculina de la disidencia sexual prosexo del sur-sur.
Textos que fueron una contorsión, una vibración o una
profunda vacilación ante las provocaciones a la que me exponía la praxis
político pedagógica y que asumieron la forma de (o)posiciones poéticas a
debates activistas-académicos en momentos históricos particulares así como
intervenciones textuales públicas en disputas al interior de los feminismos
locales.
Cada gesto minúsculo del escribir potencia la intensidad de
las memorias y localizaciones que cada variedad del decir construye. En las
entrañas del ardid para desaprender y evitar las fecundaciones y automatismos
macro-operativos de la matriz colonial del pensamiento, el detalle y el
accidente importan. Porque es allí donde se resiste la sobreimposición del
lenguaje tecnificante de la norma y aparece la singularidad de una voz y una
escritura con sus tonos, intensidades, texturas, ritmos y evocaciones visuales,
para (re)inventar y (re)crear ficciones desde el precario lenguaje de la
experiencia de sí y multiplicar nuestra propia vida así como las posibilidades
de existencia.
Contradiciendo el discurso del “más allá” o del “no lugar”,
estos textos registran una materialidad temporal, geopolítica, afectiva y
política, condiciones sociales y corporales de toda producción cultural. El
escenario de su recepción compone una travesía urbana que recorre distintas
ciudades como Neuquén, Santiago de Chile, Buenos Aires, La Plata, Cipolletti y
Córdoba, en una lonja de tiempo hilvanada por la ficción política de potencia tortillera,
que va desde mi último año de activismo en fugitivas del desierto –lesbianas
feministas (2008) hasta el final de mi activismo en el archivo digitalizado del
activismo lésbico de Argentina (2015).
Un puñado de textos que de manera morosa y rumiante se
moduló como un modo de pensar e interrogar que se hacían en el andar mismo de
su escritura, agitados por la inventiva, la curiosidad, la pasión y el riesgo
de una perspectiva des-heterosexualizante del saber. Textos pulsados desde la
rabia y la reflexión, desde el dolor y la celebración, desde las sombras o el
privilegio geopolítico, que apenas fueron modificados para evitar repeticiones,
actualizar identidades, puntualizar referencias de contexto. Coser este corpus
para un libro me sometió gozosamente a la desgarradura de la selección de unos
escritos por sobre otros, aunque busqué que en su reunión ocasional el proceso
de escritura no se vea despojado ni purificado de las contradicciones, titubeos
y tensiones del pensar, componiendo al mismo tiempo una singular economía
escritural disidente como proceso de escribir contra sí misma[1].
Aprendimos a escribir en nuestras trayectorias
institucionalizadas del saber aleccionadxs por un mandato imperativo, distante
y seco de todo rastro corporal, evangelizándonos como técnicxs del deseo o
funcionarixs de la verdad. En un laborioso desprendimiento de la industria de
la cita, el compendio de estos textos muestra los vaivenes y desplazamientos
del pensamiento, su dispersión, su cuestionamiento, su extrañamiento. De modo
que algunos escritos dieron lugar a otros textos como preanuncio del despliegue
de larvadas reflexiones y supuestos. Así sucedió, por ejemplo, con “Estéticas
disonantes Tráfico de masculinidades entre maestra y alumna en el aula”, cuyo
aliento provocó, desde lo personal, dar vida al proyecto colaborativo y
colectivo de “Chonguitas. Masculinidades de niñas”.[2]
La escritura no refleja, más bien opera como la difracción,
diseminando y haciendo proliferar sentidos. Estos ensayos armaron tentativas de
evacuar al “yo” autosuficiente como una especie de desposesión, de subvertir la
instrumentalización del lenguaje que impone la acción política, de resistir la burocratización y
jerarquización de la palabra autorizada desde la legalidad académica, de combatir
el privilegio de la eficiencia que traza caminos expeditos y sin ningún titubeo
tanto de la prosa formularia desvinculada de toda marca subjetiva como de las
consignas programáticas del activismo. Perturbar la conformidad y
autocomplacencia que delimitan y circunscriben los territorios vitales de la
imaginación y creatividad político-pedagógica es el ánimo que palpita en estos
textos.
La tarea de escribir se fue modulando como un aventurarse al
compromiso y el riesgo con formas de decir, ver, sentir y leer que desconfían
del simplismo verbal transmitido por los léxicos estereotipados del mercado
tecnomediático, que uniformizan y
naturalizan los relatos de la vida, ofreciéndose como los únicos modos
aparentemente disponibles y eficaces para comprender la realidad, incluso, para
denunciarla o impugnarla.
Estas producciones escriturales como performances
ensayísticas de una política del movimiento del cuerpo, de las mutaciones del
lenguaje, de los temblores de la acción política, de los desplazamientos del
deseo, de las contingencias de los afectos,
del erotismo que impulsa y excita los procesos de conocimiento, de las
interpelaciones del presente, ubican la práctica teórica como práctica política
tramada promiscuamente con la acción poética, política, vital, en los márgenes
o en los intersticios del registro académico.
La escritura aquí no es más que ejercicio poético de la
disidencia sexual como posicionamiento activo y discusión pública, que procura
liberar la experiencia de politización de la vida, la identidad sexo-genérica y
el trabajo docente del secuestro de las formalizaciones técnicas y los
requerimientos administrativos que aplanan y diluyen ideas, sueños,
expectativas, identidades, afectos. La práctica escritural se fue
(des)organizando como una forma de producción e invención de pensamiento y
sensibilidad política pedagógica sobre la propia tarea, arremetiendo contra la
idolatría de lxs autorxs y la compulsión iluminista de instruir y predicar.
Las palabras no solamente nombran el mundo, sino que el modo
mismo de nombrar construye nuestras posibilidades de ver y de imaginar otros
mundos en el que se disputan los vocabularios disponibles que diseñan los
límites de lo visible, lo viable y lo posible, construyendo una sensibilidad
capaz de hospedar lo que nos resulta extraño, paradójico, contradictorio,
conflictivo. La escritura también es una práctica de lectura, el momento de una
escucha que se hace en las trazas de la carne como operación política y
maniobra epistemológica de resistencia al fascismo de la lengua, a las
costumbres del pensamiento heterociscentrado colonial y neoliberal. Mis
lecturas tan dispares, fragmentarias, disímiles y heteróclitas, son una especie
de aleación heterodoxa del saber. Leer filosofía para pensar políticamente, leer
ficción como cuestión de fe, leer pedagogía como manual vitalista, leer poesía
como crítica del mundo, y así, leer para despertenecer, o lo que Donna Haraway
llamaría posicionamientos móviles y desvinculaciones apasionadas. Por eso una
poética no sólo es una mera experiencia íntima en la que el lenguaje ha sido
sometido a reflexión por una cierta subjetividad, en la que el decir no ha sido
domesticado en la cárcel del lenguaje transparente del orden comunicativo, sino
que convoca una experiencia éxtima, de mundos, cuerpos y lenguas otras que me
(des)componen.
El acto de escritura resulta una experimentación de nuevos y
singulares modos de nombrar y de contar y (des)hacer/nos lo que somos o dejamos
de ser, combina un poco de adivinación, un poco de técnica, y mucho de
curiosidad para aportar a la economía textual de ese campo tan vital como
quimérico de fuerzas creadoras que son los feminismos y la disidencia sexual.
Zona vírica de contiendas teóricas y políticas que combina con más o menos
suerte, la desorganización crítica con la utilidad contingente de las
identidades; constituyendo más que un discurso de unidad, una intersección de
dudas y derrumbes de fronteras cristalizadas; más que un punto de equilibrio,
un sitio de conmoción y pugnas[3].
Tropismos de la disidencia es apenas un compartir el trabajo
molecular, intermitente e inacabado de
politización de las intervenciones cotidianas, que empuja el lenguaje
normalizado y acecha sus formas fascistas que gobiernan nuestros cuerpos,
afinando su musicalidad con el equívoco, la contradicción, la incertidumbre.
Textos como acontecimientos microscópicos que persiguen
erosionar los convencionalismos culturales y retóricos dominantes en un diálogo
barroco que sea portal hacia la propia vulnerabilidad, dejándonos llevar por la escritura como modo
de (des)hacernos a nosotras mismas, porque la escritura nunca es individual,
siempre hay resonancias colectivas.
Todo conocimiento y toda ignorancia suponen una forma de
violencia, una de las más difíciles de reconocer, la que hace del otrx una vida
despreciable o inexistente. Porque somos heridas por un saber, un lenguaje, un
modo de conocer, una manera de organizar los cuerpos y deseos que suprime y
privatiza las expresiones no heteronormativas. Si una forma de vida transforma
una forma de lenguaje y, recíprocamente, una forma de lenguaje transforma una
forma de vida, estos tropismos escriturales son pequeñas conspiraciones
sensibles, poéticas y políticas desde el sur decolonial para una urgente
imaginación radical.
val flores (2016)
[1] valeria flores, Escribir contra sí misma: una
microtecnología de subjetivación política, en Yuderkys Espinosa Miñoso coord.,
Aproximaciones críticas a las prácticas teórico-políticas del feminismo
latinoamericano. editorial en la frontera. Buenos Aires, 2010.
[2] El libro “Chonguitas: masculinidades de niñas” es una
compilación de 44 relatos y fotos de infancias masculinas protagonizadas y
encarnadas por niñas, realizada por fabi tron y valeria flores; y editada en el
año 2013 por la Mondonga Dark, una editorial autogestiva neuquina. El proyecto
inicial fue un libro virtual y la publicación en papel fue posible por
iniciativa de Editorial Kuruf (Fiske Menuco y Neuquén).
[3] valeria flores, “Una intersección mitopoiética :
feminismos y disidencia sexual”, en interruqciones. Ensayos de poética
activista. Escritura, política, educación. La Mondonga dark, Neuquén, 2013.
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