"Decir prosexo", en Cuirizar el anarquismo. Ensayos sobre género, poder y deseo, traducción de Gabriela Adelstein, Córdoba: Bocavulvaria Ediciones, 2015
Decir prosexo
Decir prosexo es una posición política crítica de los activismos sexuales que luchan contra la patologización y medicalización de ciertas prácticas y expresiones sexuales; contra la censura y prohibición de la industria pornográfica por parte del Estado y sectores religiosos y conservadores, incluso feministas; contra los criterios de decoro y pudor en la regulación de la visualidad de imágenes sobre sexo explícito e implícito en las prácticas artísticas, la televisión, la publicidad, el cine, los videojuegos, internet; contra los disciplinamientos morales; y contra la persecución, criminalización y estigmatización de l*s trabajador*s del sexo. Decir prosexo es luchar por el reconocimiento del trabajo sexual y no necesariamente adherir al reglamentarismo.
Decir prosexo no es una manera radical de coger -si es que hubiera tal cosa-, ni del uso de los placeres. No es decir que sí a cualquier propuesta sexual o andar todo el tiempo caliente o llevar determinada estética corporal. Decir prosexo es incitar a una crítica radical de los placeres, sus habilitaciones, legitimaciones, censuras, prohibiciones, persecuciones.
Decir prosexo es una interrogación incesante e incitante de las políticas sexuales y las posturas antisexo en las leyes, normas institucionales y relaciones personales. Es mantener una sospecha activa sobre los modos de represión y vigilancia en los espacios públicos e íntimos acerca de los cuerpos, las sexualidades y los deseos. Decir prosexo es entender la militarización del espacio urbano, en especial de los barrios populares, como formas de control sexual, racial y de clase.
Decir prosexo es una interrogación incesante e incitante de las políticas sexuales y las posturas antisexo en las leyes, normas institucionales y relaciones personales. Es mantener una sospecha activa sobre los modos de represión y vigilancia en los espacios públicos e íntimos acerca de los cuerpos, las sexualidades y los deseos. Decir prosexo es entender la militarización del espacio urbano, en especial de los barrios populares, como formas de control sexual, racial y de clase.
Decir prosexo no remite a una práctica individual, sino a una identificación política y una práctica ética para disputar los sentidos que se ciernen sobre lo “sexual” y que crean exclusiones, segregaciones, jerarquías, desigualdades. No significa que tod*s debamos participar de manera imperativa en orgías, manifestaciones de sexo en ámbitos públicos, hacer postporno, practicar la no-monogamia ni el BDSM. Decir prosexo expresa la defensa del libre ejercicio de estas prácticas, a la vez que se identifican la hipocresía, la opresión y los pánicos morales que sostienen las políticas de derechos sexuales.
Decir prosexo es reconocerse como parte de una historia de los feminismos que
revelan los efectos racistas y de clase de la legislación vigente y las costumbres
sociales sobre sexo y sexualidades, muy por el contrario de los feminismos
carcelarios que alientan políticas punitivas y prohibitivas. Decir prosexo es atentar
contra la higienización de lo público y la profilaxis de la disidencia sexual.
Decir prosexo es sostener una concepción benigna del sexo y de su variabilidad
inaudita, oponiéndose a la falsa ecuación de que el sexo siempre es equivalente a la
violencia, una concepción que atemoriza y des-empodera. Decir prosexo no
significa emitir juicios morales sobre las prácticas de l*s demás, ni de quienes
sostienen una posición abolicionista en particular, sino que es cuestionar la moral
dominante que nos gobierna socialmente.
Decir prosexo es afirmar y resguardar la autodeterminación sexual y la libertad de
expresión. Es promover la creatividad sexual y erótica, manteniendo un horizonte
abierto de posibilidades y deseabilidades que amplíe y multiplique los imaginarios
disponibles y los repertorios de sus prácticas. Decir prosexo es defender la
libertad sexual, sabiendo que toda libertad en el heterocapitalismo patriarcal,
racista y colonial es una provocación perdurable y una potencia de emancipación
imperfecta.
Decir prosexo es impulsar alianzas con trabajador*s de la industria del sexo, sean l*s trabajador*s sexuales, actrices y actores porno, director*s, bailarinas eróticas, vedettes, acompañantes sexuales, así como también con quienes realizan tareas de adoctrinamiento ideológico sobre el sexo como docentes, médic*s, juristas, publicistas, periodistas, académic*s, artistas, etc.
Decir prosexo es combatir las concepciones del sexo como algo peligroso, destructivo, negativo, que debe adaptarse a un modelo único, y que hay una forma de hacerlo mejor que todas las demás, debiendo todo el mundo practicarlo de ese modo. Decir prosexo es un umbral crítico que reconoce cómo estas concepciones producen o niegan el reconocimiento de la salud mental, la respetabilidad, la legalidad, la movilidad física y social, el apoyo institucional, y beneficios materiales y económicos.
Decir prosexo es activar pedagogías de la sexualidad que inciten concepciones de infancia y adolescencia como sujetos sexuales y de placer, lejos de la inocencia primigenia y la victimización anticipada. Es denunciar los valores conservadores en los modelos de educación sexual, cuestionar la edad de consentimiento en relación a las de responsabilidad y derechos cívicos. Decir prosexo es revelar los componentes homo y lesbofóbicos de los discursos del abuso sexual infantil, y luchar contra estas formas de violencia mediante el empoderamiento de niñ*s y adolescentes.
Decir prosexo es una técnica de interpretación de la espacialización y segregación de las manifestaciones sexuales, que problematiza los criterios de lo adecuado/inadecuado, decente/obsceno, autorizado/vedado, que las legislan. Es reflexionar sobre la violencia que supone la censura, el borramiento y silenciamiento de imágenes, voces, cuerpos, prácticas, contextos, historias. Decir prosexo es denunciar la hipersexualización de los cuerpos y también su desexualización según normas de racialización, nacionalismo, género, discapacidad, etc.
Decir prosexo es un modo de sensibilidad político-afectiva que siente y entiende
las guerras capilares del sexo como formas de mantenimiento y ejercicio de un
régimen de privilegios heterosexuales, racistas, patriarcales, capitalistas,
cisexuales, nacionalistas, y normativos, distribuyendo la vulnerabilidad económica,
política, erótica y cultural de manera mortíferamente desigual. Decir prosexo es
sostener una política de escucha activa y deseante de los cuerpos, sin considerarlos
como víctimas a priori.
Decir prosexo es problematizar las políticas de visibilidad y visualidad en la
sociedad de la hegemonía de las tecnologías mediáticas y sus procesos de
espectacularización. Es comprender que el ojo contemporáneo está educado en los
códigos de la pornografía mainstream, que naturaliza la exhibición descarada y
cotidiana de escenas de violencia sexual, incesto, violación, abuso sexual infantil,
mutilación, y cela con ahínco las imágenes con contenido sexual explícito. Decir prosexo es deshacer y re-hacer desde un ímpetu libertario las normas a través de
las cuales se experimentan los cuerpos.
Decir prosexo es una experiencia política y poética de subversión de los códigos heteronormativos que regulan la producción académica de conocimientos y su vida institucional. Es visibilizar las posiciones prosexo de l*s autor*s que se utilizan en los programas de estudios de género y queer, sin domesticar su activismo sexual.
Decir prosexo no es promover una doctrina de las prácticas sexuales, sino incitar la operación política de su desnaturalización. Es crear una epistemología (micro)política de las prácticas de resistencia que desarticula e interrumpe las estructuras de comprensión, las orientaciones prácticas, el lenguaje habitual y los logros ideales de la sexualización normativa de la decencia pública, la que rige lo
que se puede hacer a la vista de tod*s, lo que se puede decir, lo permitido y lo prohibido. Decir prosexo es estar atenta a la moralidad dominante que se impone como sinónimo del aparato del Estado.
Decir prosexo es una provocación al diálogo y al debate al contener en su propia enunciación el nombre de aquello que social y culturalmente se insta a borronear como naturalización del poder y control de los cuerpos. Decir prosexo es un antagonismo necesario, urgente e inventivo para un tiempo en que las economías eróticas del aniquilamiento siguen vivas y arrasando con cuerpos de mujeres, trans, travestis, lesbianas, maricas y trabajadoras sexuales.
Decir prosexo es un llamamiento a hacer de todas las mesitas, sin distinción de color, textura, tamaño, marca, antigüedad, filiación y ubicación, un campo de experimentación con la conducta sexual como experiencia política colectiva que provoque el temblor de los modelos prescriptivos y restrictivos sobre las sexualidades.
val flores – agosto del 2015.-
Decir prosexo es una experiencia política y poética de subversión de los códigos heteronormativos que regulan la producción académica de conocimientos y su vida institucional. Es visibilizar las posiciones prosexo de l*s autor*s que se utilizan en los programas de estudios de género y queer, sin domesticar su activismo sexual.
Decir prosexo no es promover una doctrina de las prácticas sexuales, sino incitar la operación política de su desnaturalización. Es crear una epistemología (micro)política de las prácticas de resistencia que desarticula e interrumpe las estructuras de comprensión, las orientaciones prácticas, el lenguaje habitual y los logros ideales de la sexualización normativa de la decencia pública, la que rige lo
que se puede hacer a la vista de tod*s, lo que se puede decir, lo permitido y lo prohibido. Decir prosexo es estar atenta a la moralidad dominante que se impone como sinónimo del aparato del Estado.
Decir prosexo es una provocación al diálogo y al debate al contener en su propia enunciación el nombre de aquello que social y culturalmente se insta a borronear como naturalización del poder y control de los cuerpos. Decir prosexo es un antagonismo necesario, urgente e inventivo para un tiempo en que las economías eróticas del aniquilamiento siguen vivas y arrasando con cuerpos de mujeres, trans, travestis, lesbianas, maricas y trabajadoras sexuales.
Decir prosexo es un llamamiento a hacer de todas las mesitas, sin distinción de color, textura, tamaño, marca, antigüedad, filiación y ubicación, un campo de experimentación con la conducta sexual como experiencia política colectiva que provoque el temblor de los modelos prescriptivos y restrictivos sobre las sexualidades.
val flores – agosto del 2015.-
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