Amigas, amantes, aliadas, compañeras, disidentas, putas, degeneradas, malas, feas, gordas, solas, borrachas, brujas, viejas, enfermas, perezosas, mal habladas, las llamamos, las invocamos, las convocamos, a la intolerancia, a la impaciencia, a la rabia, al resentimiento, la furia y en la furia nos encontraremos en las calles para escupirle en la cara al hetero patriarcado y sus cómplices de la comunidad LGTTB.
No vamos a tolerar que se asimile la disidencia sexual a una agenda partidaria, porque están violando y saqueando nuestras historias y nosotras sí tenemos memoria. No vamos a regalar la disidencia sexual a quienes no se inscriben en estas discusiones públicas y colectivas pretendiendo apropiarse de un proceso de lucha política-sexual que jamás aceptó formas de organización partidaria, verticalista, con líderes, y banderas de colores con nombres propios. Con esa apropiación quieren lavarle la cara a ese tipo de organizaciones, a esos partidos que tanto se han cagado en nuestras existencias.
La disidencia es impura, es bastarda, es negra, es pobre, marica, torta, trava, feminista inapropiada, trans, no tiene generales ni comandantes, se revela ante toda forma de autoridad. La disidencia es una forma de vida, una forma de habitar el mundo, una práctica política que no es, sino que está siendo constantemente. No podríamos definirla, pero sí podemos reconocerla y encontrarla entre pares. Vivir una vida disidente no es solo ser gay o lesbiana, es habitar políticamente el mundo, es querer quemarlo todo, no esperar más, es tener certeza de que no tenemos tiempo, porque estamos muriendo, nos están matando ahora, hoy.
Estamos furiosas y estamos calientes, somos sucias y promiscuas, no queremos respeto ni inclusión, queremos que ardan. Hartas y en guerra contra el estado, contra el heteropatriarcado, que nos mata como moscas y hace que no paremos de llorarnos entre nosotras. Contra los mercados transnacionales monopolios de pink washing y las iglesias verdugas. Estamos hartas de las violencias cotidianas y de que nuestro duelo nunca acabe. No queremos una vida hetero, no queremos ser respetadas como las heteros, no queremos tener la necesidad de una vida como ellas para poder ser queridas. No vamos a esperar los procesos de nadie, ni los tiempos de esta democracia a quien nunca le importamos, no vamos a permitir que marchen en nuestro nombre quienes son funcionales al estado genocida. Nos queremos desafectar de ese orgullo que se ha sentado a la mesa del verdugo, esa llamada “diversidad sexual” que solo quiere vendernos sus productos y ha negociado con el estado y en esa negociación ha entregado nuestras vidas y muertes como monedas de cambio. Esa “diversidad sexual” que ha sido coptada por los mercados queriéndonos obligar a ser meros consumistas. No podemos ser cómplices de un sistema que escribe con nuestra sangre sus conquistas. Que solo puede entender de matrimonios y familias, y lejos están nuestras vidas de esas distribuciones que obturan la presencia de otros guiones sexo-afectivos.
¿Querés luchar con nosotras? Abandoná tu partido, la “orga”, desafiliate de esa jerarquía, dejá de tener dirigentes y jefes, no dejes que nadie te diga que hacer, reunite con otras, trazá alianzas colectivas desde la afinidad. Afinidad que aparece entre quienes vivimos de una manera disidente, afinidad que no se puede afiliar, afinidad que no entiende de políticas asistencialistas, afinidad que no entiende de asimilacionismos, afinidad que aparece en la cama, en las calles y en la fiesta.
Estamos por fuera de una lógica porteño-céntrica, la disidencia es orillera, periférica, margen, barro, fronteras, trenes, rutas, caminos de tierra, “el interior del interior”, viento frío patagónico, tormentas de arena del zonda, monte, río, conurbano, cloacas, sequias y tierras fumigadas y expropiadas. Queremos desterritorializar las zonas geo-erógenas de las políticas lgtb, para la emergencia de esas otras cartografías que ya están en la trinchera.
No queremos héroes ni heroínas, ni próceres lgtb, las estatuas y los monumentos son de los heteros, en quienes se depositan todas las expectativas políticas a costa de su propia carne. Queremos aliadas, amigas, compañeras, amantes, guerrilleras. No queremos referentes. No entregamos el placer al enemigo, nuestra lucha no es una lucha solemne y triste, sino la rebeldía mojada, inmunda, askerosa, violenta y resentida. Hacemos macumba, invocamos a nuestros animales y demonios al rito de destrucción. Hacemos nigromancia y resucitamos a nuestras guerreras asesinadas por el sistema para armar un ejército de amantes que nos abrace en la lucha.
Llamamos a la insurrección sexual.
Córdoba 9 de noviembre de 2017
Foto que acompañaba la proclama, sin firma |
Fuente: fabi tron, recibida por varias listas de wasap.
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