En el marco de la muestra #LxsTrabajadorxsSexualesOcupanElMuseo y a 50 años de la revuelta de Stonewall, llevamos a cabo el taller #LaImaginaciónDeLaRevuelta.
Nos invitamos a apropiarnos de esa y otras revueltas, a retomar las resistencias que podemos recuperar históricamente, pero sobre todo a situarnos en nuestras propias revueltas, hacer de nuestras fantasías y experiencias supuestamente individuales una orgía de memoria sexual y colectiva que no deje de echarle en cara a la “Autoridad Heterosexual” que no vamos a parar de ocupar las plazas, los parques, las estaciones, las escuelas, universidades, esquinas, los baños, todos los rincones que encontremos para reclamar que en todos esos espacios, existimos, gozamos y resistimos al régimen heterosexual.
LA IMAGINACIÓN DE LA REVUELTA
El 28 de junio de 1969, en la ciudad de Nueva York, se produjeron los famosos disturbios de Stonewall que se marcan como el nacimiento del activismo LGTTB en los Estados Unidos. Un contexto nunca es casual, Sylvia Rivera y Marsha P Johnson, quienes se identificaban como drag queen, latina y negra, eran trabajadoras sexuales que lideraron las revueltas de Stonewall y participaron fervientemente en el armado del Frente de Liberación Gay que se organizó luego de la revuelta. Ya en 1973, después de muchas disputas, aquel día de una de las primeras marchas del orgullo, Sylvia Rivera tomó el micrófono para gritar por los y las compañer*s en prisión, hermanas lesbianas y hermanos gay, brutalmente tratados en esas condiciones. Ya en aquel momento puso en evidencia una moral conservadora del incipiente movimiento hacia el trabajo sexual, l*s inmigrantes y las personas trans, pone el foco en la tensión que genera esa revolución sexual. “he perdido mi trabajo, mi departamento por la revolución gay y ustedes me tratan de esta manera”, sigue gritando Sylvia Rivera en un video de youtube.
En la Argentina, según cuenta Perlongher, se organizó en 1967 en Gerli (Provincia de Buenos Aires) el que fue quizás el primer grupo para la liberación gay en nuestro país: Nuestro Mundo. Esta organización fue creada entre otr*s por Héctor Anabitarte, que por puto fue desplazado como gremialista y militante comunista. En Buenos Aires, el Frente de Liberación Homosexual, un par de años después, fue creado por lo menos por diez organizaciones entre las cuales estaban Nuestro Mundo, Eros, Profesionales, Safo (grupo de lesbianas), Bandera Negra (anarquistas), Emanuel (cristianos) y Católicos Homosexuales Argentinos. El impacto del FLH fue tal que las organizaciones armadas como Montoneros y la FAR, cantaban “No somos putos, no somos faloperos…” cuando el FLH se hizo presente en la asunción de Cámpora en 1973. Ese repudio sólo hizo público algo que sucedía continuamente con las personas LGTTB en las organizacione políticas. La puesta pública del trato que se les daba a las personas que se corrían de la norma heterosexual en aquel momento fue quizás la acción política más significativa del FLH.
El FLH en 1973 publicó: “…Debemos recordar que estos procesos se dan dentro de un marco socio-económico específico caracterizado por la explotación. Las clases dominantes realizan un manejo muy particular de un proceso universal inherente al ser humano como especie: el libre desarrollo de la energía sexual y sus fines. Las clases dominantes conforman y estatuyen el proceso de socialización en vistas a su objetivo, la producción enajenada, convirtiéndolo en un proceso de transformación de la energía sexual libre en trabajo alienado…” Sexo y liberación fue el texto crítico con la política heterosexual que se habitaba como natural.
Aún hoy, las políticas sexuales imperantes confinan a las experiencias que no se ajustan a la norma heterosexual a un entramado de violencias y exclusiones sistemáticas, no sólo de la sociedad en general, sino también de las imaginaciones políticas de emancipación. Algunas de ess parias que hoy nos reconocemos en la disidencia sexual, queremos creer que lo que aprendimos del FLH fue imaginar maneras de relacionarnos sexo-afectivamente con el mundo y los otrs cuerpos por fuera de la norma heterosexual. Establecer una narración por fuera de la monogamia (familia) y la reproducción (capitalista) de ciertas sensibilidades morales. Estar en una relación crítica con el mundo, pone de manifiesto la política que se lleva a cabo sobre nuestros cuerpos, no sólo por lo que nos devuelven las demás personas en nuestras relaciones con ellas, sino también con nosotras mismas. Establecer, o mejor dicho, tratar de establecer una posición política que ponga en cuestión nuestras propias y asumidas posiciones heterosexistas, hacer aparecer por contraste aquellas sujeciones que muchas veces sostenemos como propias. La imaginación de la revuelta es una apuesta política a encarnar una imaginación afectiva que muchas veces desgarra el entramado de la política hegemónica. Hemos aprendido junto con al FLH que la heterosexualidad, como sistema político dominante, nos permite pensar sus articulaciones de poder desde la distribución de cuerpos binarios hasta las políticas emocionales más íntimas. Las armas y abrazos que levantamos desde 1970 es la posibilidad de pensar otras maneras más acogedoras y más amables de habitar los vínculos sexo afectivos entre los cuerpos, hacer nuestras propias políticas sexo afectivas para más y mejores deseos, sensibilidades y respuestas hacia ls otrs.
En esta configuración heterosexualizante todavía tenemos que hacer un esfuerzo por no desdibujar como a lo largo de la historia hemos compartido estos márgenes con trabajador*s sexuales. Sin embargo este camino ha ido variando, mientras los movimientos LGTTB fueron ganando terreno en los ámbitos legales y adquiriendo “libertades ciudadanas” o “ciudadanías rosas”, las putas, como quienes habitan los límites más lejanos de la heterosexualidad, siguen viviendo ese entramado de violencia y marginalización.
Podríamos hacer un largo recorrido histórico de cómo esos caminos nos han hermanado y como nos han separado. En la misma revuelta de la que hoy se están cumpliendo 50.
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